La genética le abre las puertas a otras razas lecheras

Las técnicas de cruzamiento genético para producir más con menos recursos toman impulso. Avances y dificultades en la cuenca lechera santafesina

NOTICIAS 30/03/2022 REDACCIÓN REDACCIÓN
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Cuando se habla de vaca lechera, automáticamente se asocia con la raza Holando Argentina, cuyo color característico es el negro y el blanco, una verdadera factoría capaz de entregar hasta 60 litros diarios de leche. Pero, ¿siempre fue y será así? La respuesta es: “Depende”.
La genética y el cruzamiento de razas es uno de los principales elementos que podrían condicionar esta respuesta. No existe una raza que sea la mejor en parámetros como cantidad (litros) y calidad (grasas y proteínas) de leche, ya que habría que considerar otras variables como alimentación, sanidad, manejo y reproducción.
Para hablar de genética, manejo y sistemas de producción, Agroclave convocó al ingeniero agrónomo Pedro Weidmann, reconocido e indiscutido experto que se dedica a la genética del ganado lechero, y hoy lleva adelante investigaciones en potreros de cruzas. También se sumaron cuatro especialistas del INTA Rafaela, para compartir la experiencia de cruzamiento genético que llevan adelante desde hace más de 20 años, con la séptima generación de cruza Holando Jersey, una de las pocas publicadas en el mundo.

Cruzamientos
La Jersey es una raza que se caracteriza por ser de menor tamaño, precoz, produce más sólidos (grasa y proteína) por hectárea, soporta más carga animal (más animales por hectárea), es más longeva y resiste mejor el estrés calórico. Por su parte, la Holando llega a medir 1,60 metros, ingiere gran volumen de forraje, tiene persistencia a la lactancia -aunque se preña a los 5 o 6 meses de parida-, y es reconocida como la vaca lechera por excelencia.

De hecho la Holando americana puede producir hasta 40 litros y comer hasta 25 kilos de materia seca de alta calidad y mucho grano. Mientras que la Jersey come hasta 15 kilos con un 20% de grano.

La Holando produce más leche y tiene una estructura física más apropiada para esos niveles elevados de leche, mientras que la Jersey no tiene los años de selección genética que tiene la Holando.

Weidmann comenzó a cruzar razas Holando con Jersey en 1984. “El único toro Jersey de Argentina estaba en Venado Tuerto y allí empezamos”, contó.

El especialista aclara que cada tambo exige un determinado tipo de vaca. “No hay un sistema unificado del tambo argentino. El cruzamiento no es simple y exige que se controle bien. Siempre se debe considerar el sistema en el que se lleva adelante, qué lugar, con qué tierra, con qué comida, con qué clima y con qué gente”, remarca.

Las razas Holando “europeas” o frisas (procedentes de la región frisosajona, Baja Sajonia y Schleswig-Holstein en Alemania, Frisia y Holanda) reinan en los campos argentinos desde 1925, llegando a representar el 90% de las vacas lecheras. Previamente, las Shorthorn eran las favoritas. A partir de los años 70, comienzan a llegar las Holandos “americanas” provenientes de Canadá y Estados Unidos. Se trataba de animales más grandes con más producción de leche, y esto se debe a que en estos países se produce principalmente en establos, por eso es posible un animal grande. “Cada tambo exige su vaca”, repite como un mantra Weidmann.

“Vos armás el sistema: extensivo, intensivo, mixto o estabulado. No importa el color de la vaca, pues las manchas no dan leche. El biotipo va dentro de un sistema con tecnología pertinente”, remarca el especialista y agrega: “La clave pasa por tener la vaca que uno precise; que dé la mayor cantidad de litros y mejores vacas, siempre acompañado de un buen manejo y alimentación”.

“Para un sistema más intensivo, mejor la raza Holando americana. Para un sistema más pastoril, mejor la vaca más chica que come menos pero también produce menos”, recomienda Weidmann.

“El productor requiere una vaca rústica, que produzca leche durante mucho tiempo. Hoy estamos ante una invasión de entrecruzamiento, y muy pocos hacen triple (entrecruzamiento de tres razas)”, reconoce el especialista. “Hoy hay un creciente interés por los entrecruzamientos. Una Holando Argentino pura cuesta $250 mil. Y la cruza $200 mil. Pero si dividimos los 650 kilos de una y los 450 de la otra, ahí está la diferencia”, destaca.

San Pedro SRL es el nombre del establecimiento que Weidmann tiene con sus 4 hijos en la zona de Esperanza, Santa Fe. Comenzaron hace 23 años con 150 vacas y hoy cuentan con 1000 vacas en producción, 6 tambos y procesan 20 mil litros de leche por día con 3,70 proteína y 4,20 de grasa. “Entregamos a empresas que nos pagan los sólidos entre 8 y 10%, y nuestra idea es seguir creciendo con la cruza Jersey Holando”, se entusiasma el ingeniero.

Cambio climático
El cambio climático tiene un rol central en la experiencia de Weidmann. La zona de Esperanza viene registrando hace varios años diversos eventos climáticos: desde sequías, y temperaturas extremas, hasta inundaciones. “Lo más grave es la irregularidad”, apunta el productor.

Con esta realidad bajo el brazo, en 2011 decidió traer de Brasil 7 toros Girolando y 3 GYR puros. Se hizo una prueba (con madres cruza Jersey) con 25 homólogas. “La cruza Jersey, desde el punto de vista del estrés térmico, se comporta igual. Pero hay expectativas de que la Girolando pueda dar un año más de vida útil”, reconoce y compara: “La vaca Holando americana dura hasta 3 crías y media, la cruza Jersey puede llegar a 4. La girolando tiene 50 años de selección en Brasil. Minas Gerais produce la misma cantidad de leche que toda Argentina. El 75% de su rodeo tiene sangre gyr o girolando”.

A esta rama de la producción, Weidmann la nombró San Arnoldo: “Yo seguiré con la sintética que tendrá mitad de Gyr, un cuarto de Jersey y un cuarto Holando frisio. Esa será la versión definitiva. Ya hice el primer cruce de Girolando con vaca Jersey”.

La raza Kiwi viene de Nueva Zelanda. “Durante 50 años peleaban Jersey vs. Holando. La conclusión fue que, se eligiera la que se eligiera, sólo servía si se acompañaba de un buen manejo. En mi caso, el 80% de semen que uso es Kiwi”, cerró.

Vacas lecheras: experiencias de cruzas en Inta

Desde hace 20 años, la Unidad de Producción de Leche Intensiva (UPLI) de Inta Rafaela implementa el cruzamiento alterno entre Holando y Jersey para mejorar calidad y cantidad de materia prima.

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La Unidad de Producción de Leche Intensiva (UPLI) se encuentra ubicada en el Inta Rafaela. Fue creada en 1980. En el 2000, implementó el cruzamiento alterno entre Holando y Jersey. Se trata de uno de los pocos tambos que cuenta con gran cantidad de información publicada con tantas generaciones de cruzamiento en un sistema productivo (hoy están en la séptima generación).
Para conocer detalles de la experiencia, Agroclave dialogó con parte del equipo de la UPLI: Mariela Pece (Sistemas de Producción), Martín Maciel (Reproducción), Eloy Salado (Alimentación y Nutrición) y Milba Vera (Mejoramiento y genética).
Cruzamiento rotacional
El cruzamiento rotacional significa alternar en cada generación toros de cada una de las razas puras involucradas. Uno de los beneficios fundamentales de este tipo de cruzamiento es que produce las hembras de reposición en el rodeo, lo que permite mantener niveles aceptables de “heterosis” a lo largo de las generaciones.

¿Heterosis? Al cruzar se “pasan” caracteres heredables o no heredables (heterosis). Pero, ¿cómo mantener la genética en las generaciones sin que desaparezca el efecto no heredable?. El tipo de cruzamiento que la mantiene se llama rotacional, que implica alternar raza macho en todas las generaciones.

En la experiencia del Inta, “en un principio (2000), las hembras eran todas Holando. Luego se cruzó con un toro Jersey y ese animal se cruzó con un toro Holando y así sucesivamente. A la sexta generación se obtenía el 67% Holando y 33% Jersey. Se recomienda tener los mismos animales con la proporción contraria”, explica Vera. En definitiva, se requiere un sistema de cruzamiento bien diseñado y constante a través de las generaciones.

Cruza: ¿moda o una necesidad?
A fines de los 90, a partir de la experiencia de Weidmann, el cruzamiento de raza tomó vuelo. Pese a que muchas experiencias quedaron en el camino por falta de planificación y ordenamiento en el tambo, la idea retomó con fuerza hace 4 años.

En 2008 aumentó la cantidad de animales en establos ya que se buscó liberar espacios para la agricultura. Pero las instalaciones no se condecían con el sistema. Obtenían 30 litros en sistemas con mayores riesgos y costos. Al bajar el precio del litro de leche y crecer el costo de los insumos, la ecuación no terminaba de cerrar y el productor se volvió a volcar al sistema más pastoril. ¿Qué raza se adapta a ese sistema? Aún no está definida y por eso acá aparece nuevamente la cruza, desde donde algunos creen que saldrá la supervaca. Desde el Inta se volcaron a la investigación científica para superar la instancia propagandística.

Objetivo y planificación
“Hay que tener en claro si se vende por litro de leche o por calidad de leche. Son sutilezas que con los años de investigación se busca aclarar para que la gente no se lance a una aventura a ciegas”, explica Vera.

Después de tantos años de investigación, “la conclusión puede ser que la solución a los problemas que pueden tener los tambos en la zona, sea corregir cuestiones productivas, nutricionales, de forraje, de manejo, de personal o de sistema, y no tanto vinculados a la raza”, agrega la investigadora.

Salado apoya la idea sintetizando: “Los pilares de la zootecnia son: alimentación, reproducción, sanidad y manejo. Si tenés problemas en alguno de estos puntos, no lo vas a solucionar cambiando el tipo de raza”.

Y aquí surge otro problema: en Argentina las que manejan la genética son las empresas cuyo objetivo es vender sus productos. En otros países hay programas genéticos con más de 50 años de historia. De allí surge una dispersión de criterios: “En Estados Unidos tienen en claro que el sistema es estabulado, freestyle. En Nueva Zelanda es todo pastoril. Es fácil para un sistema así definir qué tipo de animales se requieren. Acá cada campo es un mundo. No tenemos un sistema definido”, explican. Acá no hay evaluaciones genéticas nacionales de todas las razas. Existe para Holando, pero no está actualizada. Se mide con parámetros de los Estados Unidos, que tienen otra realidad”, explican las investigadoras.

A modo de cierre, Vera sintetizó: “No promocionamos el cruzamiento sino describimos cómo podemos trabajar para lograr sistemas eficientes con diferentes estrategias. Se pueden lograr sistemas eficientes con o sin cruzamiento”.

FUENTE; AGROCLAVE

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