
Este informe del INTA Rafaela analiza cómo dos estrategias de manejo impactaron en el rendimiento y la calidad del silaje en un contexto de condiciones climáticas adversas.
El control de las parasitosis gastrointestinales es una tecnología de bajo costo y alto impacto. Las prácticas de control parasitario varían según la escala del establecimiento, gravedad del problema, zona del país, tipos de recursos forrajeros, planteo de recría, genética, entre otras.
Para Victoria Rossner, especialista en ciencias veterinarias de la Estación Experimental Agropecuaria Colonia Benítez –Chaco– del INTA, “cuando los antiparasitarios se utilizan de manera inapropiada, reducen su efectividad y generan resistencia por parte de los parásitos”.
“En el contexto actual de resistencia y reducida eficacia de los antiparasitarios son importantes dos conceptos: rotación adecuada de principios activos y desparasitación solo cuando las cargas parasitarias así lo requieran”, explicó la especialista.
Para evitar la resistencia de la enfermedad, se debe establecer una estrategia que involucre “la eliminación de la presentación clínica de la parasitosis, la disminución de las pérdidas subclínicas en las categorías en crecimiento, y el mantenimiento de la eficacia de los antiparasitarios”, resaltó Rossner.
“Los protocolos de control deben incluir muestreos periódicos de materia fecal para realizar recuento de huevos de parásitos (HPG), sobre todo en animales menores de un año y en las épocas de mayor riesgo parasitario, que son el otoño y el invierno”, precisó la especialista.
Con los resultados de los muestreos se diseña un esquema de tratamientos antiparasitarios estratégicos de acuerdo a las cargas parasitarias de los animales y la eficacia de las drogas empleadas, que permite definir el principio activo a utilizar en cada situación.
“En invierno, las condiciones ambientales son más favorables para el desarrollo de los parásitos, donde el destete, los tratamientos sanitarios, de castración y traslados determinan que sea el mejor momento para iniciar el programa”, apuntó Rossner.
Para la especialista, es fundamental contar con asesoramiento veterinario, contar con una evaluación previa de los antiparasitarios y así conocer si existe resistencia a alguna droga en el establecimiento, y utilizar las drogas de acuerdo a la época del año y epidemiología parasitaria.
En este sentido, el esquema de trabajo establece un primer control y antiparasitario al destete, es decir, “controlar la carga de parásitos en el lote, con un recuento de huevos de parásitos a 10 o 15 animales, y ver el resultado luego de desparasitar con el test de reducción de conteo de huevos”, señaló Rossner, y agregó: “Es importante no iniciar el esquema con avermectinas, sino elegir otro principio activo”.
En segundo lugar, la especialista subrayó que se debe controlar el lote al menos una vez en otoño y realizar en ese momento un segundo tratamiento, en el que es importante no repetir la misma droga del tratamiento de destete.
“En general, no es necesario desparasitar en invierno en situaciones de disponibilidad de forraje adecuada y régimen habitual de lluvias”, aseguró Rossner, pero indicó que en primavera se debe “volver a controlar la carga de parásitos y desparasitar según necesidad con un tercer principio activo”.
Por último, “durante el verano, en categorías de recría (hasta los dos años), es necesario el control y la desparasitación cuando el recuento de huevos de parásitos así lo indique”, concluyó la especialista.
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