
Este informe del INTA Rafaela analiza cómo dos estrategias de manejo impactaron en el rendimiento y la calidad del silaje en un contexto de condiciones climáticas adversas.
FUENTE; BCR
A medida que el período crítico de crecimiento del trigo avanza, las lluvias importantes siguen sin hacer acto de presencia en la mayor parte de Argentina. A excepción de algunas lluvias aisladas en regiones específicas, el cultivo de trigo para la temporada 2023/24 enfrenta la amenaza constante de una sequía que ha dañado gravemente el potencial de rendimiento.
Según describe un reciente informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, se proyectó una producción de 14,3 millones de toneladas, un 5% menos de lo que se esperaba hace apenas un mes. La falta de precipitaciones ha dejado a casi el 46% de las tierras sembradas en condiciones regulares a malas, lo que podría resultar en la pérdida de alrededor de 340.000 hectáreas de cultivo.
La sequía ha sido tan persistente que el trigo ni siquiera se acercará a la proyección inicial de 15,6 millones de toneladas, que se consideraba el escenario de normalidad al comienzo de la temporada. Esto representa un duro golpe para los productores y la industria agrícola en su conjunto.
La única provincia que ha experimentado una situación algo más favorable es Buenos Aires, donde las lluvias han favorecido un escenario de alta productividad. La provincia encabeza la lista de rendimientos de trigo en Argentina con un promedio de 33,5 quintales por hectárea. Sin embargo, en otras partes del país, los rendimientos se ubican por debajo de los 30 quintales por hectárea, lo que refleja el impacto significativo de la sequía.
Santa Fe estima un rendimiento de 28,9 quintales por hectárea
Santa Fe estima un rendimiento de 28,9 quintales por hectárea, mientras que Córdoba atraviesa un desastroso escenario productivo con un rendimiento de apenas 22,3 quintales por hectárea. Incluso Entre Ríos, que tenía proyecciones más optimistas hace un mes, sufrirá una caída de alrededor de 3 quintales.
El maíz encuentra un rayo de esperanza
A pesar de la adversidad que enfrenta el trigo, el maíz del ciclo 2022/23 ha experimentado ajustes positivos en la superficie sembrada. Con la adición de 350.000 hectáreas, el área total sembrada asciende a 8,88 millones de hectáreas, y se estima que se cosecharán 6,93 millones de hectáreas, lo que se traduce en una producción de maíz de 36 millones de toneladas. Estos ajustes se realizaron en las provincias del oeste y norte de Argentina, así como en el sur de Buenos Aires, debido a siembras extremadamente tardías.
Sin embargo, el escenario para el maíz 2023/24 no es tan alentador. La falta de agua y la imposibilidad de siembras tempranas han llevado a que 400.000 hectáreas se transformen en cultivos de soja. Esto reducirá el área de maíz a 8,48 millones de hectáreas, aunque se espera una producción que ronde los 56 millones de toneladas, lo que sería un aumento significativo en comparación con la campaña pasada.
La soja se beneficia
La falta de lluvias ha llevado a un aumento en la siembra de soja, con una estimación de 17,4 millones de hectáreas. Esta oleaginosa recibirá 400.000 hectáreas de tierras inicialmente destinadas al maíz temprano, que ahora se han dejado de lado debido a la sequía. Con un 8,75% más de área que en la campaña 2022/23, y condiciones climáticas normales, Argentina podría producir aproximadamente 50 millones de toneladas de soja, en comparación con los 20 millones de toneladas del ciclo anterior, lo que representa un aumento significativo en la producción.
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