Acuerdo con el Fondo, guerra en Ucrania y la frágil economía Argentina

Pablo Gorbán es licenciado en Economía (UNR) y Magister en Administración Pública (UNL). Fue secretario de Hacienda de la Provincia de Santa Fe durante la gestión de Miguel Lifschitz y es consultor principal de Génesis Económica.

ENTREVISTAS08/03/2022REDACCIÓNREDACCIÓN
PABLO GORBÁN
PABLO GORBANEl especialista en políticas públicas, no ve que el conflicto "sea beneficioso para nosotros. Más allá obviamente de la preocupación de las consecuencias de la guerra, veo muchos elementos negativos."

En diálogo con diario CASTELLANOS, analizó el acuerdo con el FMI, la Guerra en Ucrania y las posibles consecuencias en nuestra economía.

-¿Cómo repercute la guerra en Ucrania en la economía de nuestro país?
-La primera reflexión que hay que hacer es que estamos ante una situación absolutamente inestable. Hoy podemos ver algunas variables en cuanto a la cotización de algunas materias primas que se disparan. Pero no sabemos hasta donde puede escalar. Argentina no tiene una economía lo suficientemente robusta para beneficiarse de una situación así. Hoy, el estado crítico de nuestra economía requiere un “viento de cola”. Y esto no estaría ayudando
Para entender la gravedad de la situación por la que atraviesa el país, Gorban comparó: “hoy Rusia, con todas las sanciones que tuvo del mundo, tuvo que imponer un corralito y un impuesto similar al PAIS nuestro. Subió tasas para evitar una corrida del rublo (que es inconvertible). Igualmente sufrió una devaluación del 30%. Las calificadoras de riesgo la llevaron a una “economía aislada con riesgo de default”. Ucrania, el país que está siendo bombardeado, consigue endeudarse en dólares a mejores tasas que nosotros. Estamos en una situación débil y precaria. Estaríamos en guerra, pero sin estarlo”.

-Una primera lectura hace pensar que la Argentina se podría beneficiar con el aumento de los precios de los productos agrícolas.
-Si hacemos una lectura más fina, vemos que la soja y el maíz están en los niveles de mayo de 2021. Es verdad que seguirán subiendo, pero aún no están en valores superlativos. El trigo se disparó unos u$s 200. Como exportadores debería beneficiarnos. Pero el trigo forma parte de la canasta básica: nos complica entonces por el costado inflacionario. Argentina, además de las presiones internas, deberá lidiar con las “importadas”. A esta tensión se le suma el acuerdo con el FMI. Todo esto genera dudas en el Gobierno: ¿hasta dónde se puede fogonear el aumento de tarifas? ¿tendrá que moderar la suba, significando esto incumplir en cierta manera con el acuerdo? ¿tendremos una situación inflacionaria peor a la que ya teníamos? A todo esto, se suma la disparada del petróleo y del gas natural. El acuerdo con el FMI fue pensado con un esquema de tarifas distinto al que está vigente en el mundo. No sabemos hasta dónde puede llegar. Son todos precios futuros que no están teniendo en cuenta la situación real de reserva. Entonces, el costo energético que tenemos (por el aumento de los subsidios) puede ser mayor a los beneficios que podríamos tener por el aumento de los granos.

 
-¿Trae otras consecuencias esa volatilidad de la que habla?
-En una situación de aumento de inflación internacional, puede llevar a EEUU a un aumento de tasas mayor al que tenía previsto. Esto en países como Argentina, nos perjudica porque genera movimiento de capitales denominados fly to quality: salen de los emergentes y se resguardan en lugares más seguros y con mejores tasas. Desde estos dos puntos de vista, no veo que el conflicto sea beneficioso para nosotros. Más allá obviamente de la preocupación de las consecuencias de la guerra, veo muchos elementos negativos.

-Algo hablamos ya del acuerdo con el FMI. ¿Cuál es el análisis que está haciendo?
-Hoy jugar a la grieta con el acuerdo con el FMI no conduce a solucionar los problemas del país. Venimos de una gestión de Cambiemos que decidió resolver el tema fiscal con endeudamiento externo. La gestión actual decidió financiar ese déficit con emisión monetaria (la maquinita). Esto generó inflación. Estamos pagando los costos en pérdidas de reserva. El complejo cerealero-oleaginoso exportó en 2021 por más de u$s 30 mil millones, un récord en liquidación de divisas. Pese a esto, las reservas cayeron en más de u$s 4 mil millones. Con el superavit comercial y el récord de la cosecha, Argentina no debió perder. Y esto pasó por la famosa fuga: venta de moneda extranjera por los cupos de los 200 dólares mensuales y las intervenciones que hizo el BCRA en el mercado de bonos para contener la brecha cambiaria, el contado con liqui, el dólar bolsa… En definitiva, ninguno de los esquemas para financiar el déficit fue sustentable en el tiempo. Era irremediable tener que ir a renegociar la deuda con el fondo. Impagable en los términos en el que estaba planteada.

-¿Hay algo positivo?
-Si podemos encontrarle algo positivo a todo esto, es que el gobierno ahora tiene un plan que en dos años de gestión no presentó por incapacidad propia. Cuando fue por un camino ligado a la ortodoxia fiscal, con alguna moderación del gasto, la vicepresidenta lo criticó. Y tuvieron que dar un volantazo con el Plan Platita previo a las elecciones. Y todo esto se paga con incertidumbre en los mercados: no hay inversión genuina, los inversores resguardan el capital con moneda extranjera… El gobierno dilató lo más que pudo la negociación, hasta que se quedó técnicamente sin reservas. Lo que se debe analizar es el tipo de programa que se firmó. No es ni un plan de shock como nos tiene acostumbrado el FMI (devaluación brusca, por ejemplo) pero tampoco la gradualidad que quisiera el gobierno. Se logró un punto intermedio. Hay que ver la implementación y la viabilidad de la aplicación del programa.

 
-¿Cuáles son, a su criterio, los principales puntos del acuerdo?
-Hay 4 puntos “duros” del acuerdo, Cada uno, tiene su problema: 1) suba de tasas: incentiva que la gente quede en el peso y no vaya al dólar. Fortalece el peso, pero genera un enfriamiento en la economía en el corto plazo, pudiendo repercutir en un aumento de costos en la cadena productiva (aumento de precios). En el mediano plazo, podría generar una baja de la inflación; 2) baja déficit fiscal. Acá aparecen condicionamientos del Fondo: fija las metas -0% en 2025- y el medio para alcanzarlo (bajando los subsidios energéticos. Esto es aumento de tarifas, costo en el bolsillo, inflación; 3) revisión de la emisión monetaria (Meta: $0 emitido en 2024). Se quita la fuente de financiamiento al déficit fiscal. Entonces, ¿cómo se financia ese déficit? Con el mercado de deuda local que es acotado. Habrá menos crédito para que la economía funcione. Menos crecimiento económico. 4) cambiar el ritmo de devaluación y ajustarlo al ritmo de la inflación. Sería quitar el ancla que puso el gobierno para mantener los precios “a raya” y mantener la competitividad. Esto genera mayor inflación.
En definitiva, vemos un escenario 2022 con una presión inflacionaria mayor a la del año pasado por cuestiones internas y externas. A pesar de lo que diga el Gobierno, se está poniendo en segundo plano el objetivo del crecimiento con el fin de acumular reservas o defender el comercio exterior. En definitiva, el acuerdo con el FMI es necesario porque urgía un plan de estabilización, dejar atrás tanta incertidumbre, acomodar las variables financieras. Pero sepamos que vamos hacia un escenario de crecimiento exiguo. En 2021 Argentina creció un 10,3%. Pero eso fue un rebote de una caída histórica de 2020. Pero se arañó apenas el PB de 2019. Hay que recorrer una gran senda de crecimiento para poder empezar a eliminar el gran problema: el nivel de pobreza cercano al 50%. Si se llega a las tasas de crecimiento que se plantea, vamos a estar lejos de los niveles de Producto Bruto per cápita de 2011.

-¿Es cumplible el acuerdo? ¿Y se puede sostener socialmente?
-El mayor desafío que tendrá el país será colocar esa deuda de financiamiento que se saca de la emisión para sumarla a la deuda local. Tarifas, menos gasto social y menos ayuda a las provincias. El nivel de gasto que se está acordando implica un nivel de inversión en infraestructura pública que será mayor al del año pasado, pero menor a los niveles históricos de los últimos 10 años. Menos fondo para obra pública y menos ayuda a las provincias. Habrá que hacer un equilibrio muy fino entre lo social y lo técnico para llegar al cumplimiento del acuerdo.

-En este contexto que describe, ¿cómo ve la posibilidad de generación de trabajo genuino?
-Una pregunta clave. El acuerdo apunta a las variables más financieras. Y deja de lado la economía real, de la calle. Hablo de crecimiento acotado cuando Argentina viene de muchos años de recesión, dos años antes de la pandemia. Esto es menos producción, menos ingreso y menos trabajo. Venimos de 4 años de caída de salario real (con una recuperación en los últimos meses pero no llega a la caída neta). Crecimiento y empleo estarán resentidos. En los próximos dos o tres años no habrá una recuperación del empleo como el que uno necesitaría.

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