Batata: radiografía de un cultivo que copa el norte

En el norte de Santa Fe se encuentra el núcleo productor a nivel provincial y tercero a nivel nacional. Su cultivo demanda mano de obra intensiva. Los desafíos para crecer

NOTICIAS 29/11/2021 REDACCIÓN REDACCIÓN
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Compartimos este informe que publica Agroclave sobre los productores de batata del norte santafesino 
 
 
Al horno, en el microondas, en la sartén o en la parrilla. Al vapor, en guiso, rellenas, puré, fritas, en “dulce de” o en snack. Estas son sólo algunas de las tantísimas formas que la batata se presentó alguna vez en un plato. Y hay muchas más.
En el norte de Santa Fe se encuentra el principal núcleo productor a nivel provincial y tercero a nivel nacional de este tubérculo. Sólo superado por San Pedro (Buenos Aires) y Colonia Caroya (Córdoba). Específicamente en las localidades de Romang, Duran, Esmeralda, Los Laureles y Alejandra, en el norte del Departamento San Javier y en el sur de General Obligado, muy cerca de Reconquista.
Cerca de 30 productores de batata santafesinos trabajan alrededor de 1.500 hectáreas con un promedio de producción que oscila entre las 20 y 30 toneladas. “Rubén Passarino fue impulsor de la producción y comercialización del cultivo en el norte provincial y luego fue avanzando. Hasta ese momento, la batata se producía para consumo local y familiar”, cuenta a Agroclave el ingeniero agrónomo Mario Gerber, de la sucursal Romang y Los Laureles de la Cooperativa Agropecuaria de Malabrigo. Santa Fe, luego Rosario y Buenos Aires, fueron los puntos donde comenzaron a vender. “Así fue creciendo y se sumaron más productores. En un momento se llegaron a explotar 3.000 hectáreas”, destacó.

Desde los 90, en Las Palmas (perteneciente al distrito Los Laureles, a 30 kilómetros de Reconquista) se realiza la Fiesta Regional -y luego Provincial- de la Batata. En su investigación, 'Las Palmas, trabajo y convivencia', el historiador Darío Siger contaba que “Las Palmas es una colonia fundada por descendientes de italianos en los primeros años del siglo 20” y a mediados de los 60 “fue el visionario Rubén Ángel Passarino quien comenzó a darle proyección comercial, hasta llevarla a los momentos actuales”. Y brinda un dato fundamental: “Su cultivo demanda abundante mano de obra intensiva”.

Fabián Corti es técnico del Inta y su tesis de maestría de Desarrollo Rural (UBA) se centró en la horticultura en el norte provincial y la experiencia de la batata. “Se deben clasificar dos grandes grupos”, resalta a Agroclave: “El batatero por un lado y el resto intensivo que cultiva tomate, pimiento, lechuga, remolacha, achicoria, etc. Lo intensivo es local: de acuerdo al tamaño del productor, se vende a mayorista, minorista o casa por casa. Menos la batata y zapallo, en el norte casi el 100% de lo que se produce se comercializa en la zona. La superficie de estos productores no supera las 4 ó 5 hectáreas. Hasta 10 hectáreas”.

Los batateros suelen ser productores grandes y este cultivo es un elemento más dentro del sistema de producción agrícola ganadero. Y la superficie que ocupa este tubérculo ronda las 30 ó 50 hectáreas por unidad, excepto un pequeño grupo que llega a las 120 hectáreas. En total, en la zona existen 87 productores comerciales, de los cuales alrededor de 30 son batateros.

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Y acá otra paradoja: siendo una de las zonas de mayor producción de batata del país, casi 1 de cada 3 batatas que ofrecen los comercios locales, son de otra zona.

A través de un convenio que firmaron la Cooperativa de Malabrigo y el Inta, y “que ya lleva más de diez años”, impulsaron distintas investigaciones para encontrar alternativas que permitan el mejoramiento de la producción de batata.

El problema sanitario fue uno de los primeros temas que desarrollaron. En la zona, diferentes virus (cuyos vectores fundamentales son la mosca blanca, trips y pulgón) hicieron estragos, y por eso se está en este proceso de incorporar batatas libres de virus y cambiar la variedad. “Con la incorporación de esta tecnología, estamos tratando de buscar un producto de mejor calidad, con buena producción, que esté libre de virus y que se adapte a los mercados”, contó Gerber. Hoy un 20% de la superficie tiene sanidad controlada.

“Fuimos a San Pedro, Corrientes y Córdoba, y se determinó la existencia de un complejo de virus que afectaba la producción. Para solucionar el problema se realizó la multiplicación in vitro de meristemos del cultivo de batata con el objetivo de liberar los plantines de este complejo viral”, cuenta Gerber respecto al proceso de investigación.

Desde hace diez años, compran productos saneados del Instituto de Investigación de Patología Vegetal del Inta de Córdoba. Y en la zona de Romang realizan la multiplicación en invernáculos protegidos por mallas que impiden el ingreso de los vectores. “Entregamos a los productores para que generen sus propios plantines saneados para los futuros lotes de producción comercial”, explica.

“Las variedades son las que tradicionalmente se hacían en la zona y estamos en plan de incorporar nuevas, como la pulpa anaranjada, que tiene menos consistencia pero más color y más aptitudes culinarias. Son variedades que se denominan de origen norteamericano y que sirven para exportar o producir snacks. Venimos realizando ensayos de 18 variedades para analizar cuáles son las que mejor se comportan”, agrega

Romang y la zona se hicieron conocer a nivel nacional por dos variedades del Inta: pata de rana lisa –la original y luego una mutación que derivó en la pata de rana mechada, con un color más oscuro en el centro de la batata distintivo. “Esas dos variedades pasaron de tener rendimiento de 20 a 25 mil kilos/ha a no producir nada. Con la liberación de los virus, los rindes volvieron a ser los tradicionales y en algunos casos mejoraron”, destaca.

Mirando hacia adelante, Gerber es contundente: “Para sanear la zona es importante que todos los productores se encuadren en el sistema que estamos llevando adelante. También sería interesante conseguir apoyo del gobierno provincial. Fuimos pioneros a nivel nacional del mejoramiento de la batata a través del saneamiento. Fuimos ejemplo de Chaco y Corrientes que replicaron el sistema en sus provincias. Los Estados se pusieron al frente, hicieron las inversiones de los invernaderos, la infraestructura, los técnicos. Les entregan a los productores los plantines saneados sin costo. Nosotros lo tenemos que hacer a pulmón, el productor tiene que pagar el costo. Gestionamos pero es una cuenta pendiente”, resume.

Gran parte de la producción se va de la zona “a granel”. Una buena parte llega a San Pedro, donde es procesada y envasada para la distribución. “En nuestra zona hay algunos lavaderos que hacen este trabajo y envían en bolsas. Es una tarea pendiente para la región” explica Corti.

“Hay diálogo con gente interesada para la exportación de la batata, aunque el tema está en pañales”, confiesa el especialista. “No logramos que la producción local se comercialice con valor agregado. Hay un porcentaje muy alto que sale de la chacra y va directamente a los centros”, destaca Gerber y agrega: “El grueso es para consumo en fresco. Pero parte va a la industrialización. “Le vendimos en forma directa a la firma Arcor, que tiene una planta de elaboración de dulce de batata en San Luis. Hasta hace un par de años se hacía a través de intermediarios de Buenos Aires que se quedaban con la mayor rentabilidad y nosotros la veíamos pasar. Pero esto cambió”.

Rosario y Santa Fe centralizan los grandes mercados concentradores de la provincia. En el norte no hay organización de productores de batata, ni mercado de abasto. “En Reconquista existe un proyecto, pero no sé en qué estado está. En general, los productores no se quejan de la comercialización. Cada uno tiene su negocio. Están más preocupados de que no entre más gente en el sistema”, comenta Corti. “Es una zona con mucho potencial, con muy buen rendimiento en los cultivos. Pero faltaría infraestructura, un mercado que concentre a los productores”, cierra.

Con respecto a la posibilidad de “agregar valor”, Gerber destaca dos motivos por los cuales es complicado: “Se necesitan inversiones importantes y el mayor precio se obtiene de la batata para consumo directo y no a través de la industrialización”.

En plan organizativo
“No es tan sencillo encarar algunas cuestiones de manera asociativa. Lo de los plantines libre de virus fue una experiencia”, resalta Gerber. Hoy se está formando un grupo de productores “muy incipiente” en Florencia, cuenta Corti, con el objetivo de industrializar. Desde Inta se está apoyando esta propuesta para que arranquen con batata libre de virus, para no “ensuciar” la zona que de por sí es virósica”.

Rindes, zonas y mercado
El rendimiento promedio es de 20 a 25 toneladas por hectárea. Como en todo cultivo, hay una brecha entre el rendimiento promedio y el potencial: en lotes puntuales se obtuvieron 60 toneladas. La ventana de cosecha es amplia. No depende del estado fisiológico del cultivo sino de la época en la que se puede ingresar al mercado con mejores precios.

Hay cuatro zonas productoras: el norte santafesino, San Pedro, Colonia Caroya y recientemente se incorporó Formosa. “Nosotros tenemos el nicho cuando termina la producción de San Pedro”, cuenta Gerber. Esto es a partir de julio y se extiende hasta diciembre. “Podríamos tener batata todo el año si hubiera mercado”. La época de implantación es entre octubre y diciembre. Con las nuevas variedades, de ciclos más cortos, se pueden implantar en enero y llegar libre de heladas con producción interesante. La rentabilidad de la batata tiene una relación de 4 a 1 con respecto a la soja en relación a unidad de superficie (hectárea), pero los costos de producción son elevados.

Mano de obra
“El cuello de botella es contar con la mano de obra necesaria para la cosecha”, resalta el ingeniero agrónomo. Existen las máquinas plantadoras que también requieren de mano de obra. Es un cultivo que se planta, no se siembra. El productor debe hacer sus plantines, que son plantados con una máquina entre 4 y 6 surcos. Pero en cada uno tiene que estar un operario distribuyendo esas guías. Para plantar una hectárea se necesitan 12 operarios por día. En la cosecha se necesitan 24. Hasta hoy, el operario completa bolsas hasta 40 kilos que se trasladan al camión y esta labor está siendo suplantada por bolsones de 800 kilos que los carga un tractor. La tecnificación no es sencilla: los suelos son pesados y no permiten separar mecánicamente en forma eficiente la batata de los terrones de tierra.

Pero las ideas de innovación están intactas, falta lo de siempre: financiamiento y apoyo. “Estamos tratando de desarrollar una cosechadora local que se adapte a nuestro suelo. No está aún definido, hay tres proyectos dando vueltas. Pero hay que encontrar la manera de financiar esto”, dice Gerber.

FUENTE: AGROCLAVE

Radiografía del batatero
La mayoría vive en las ciudades y pueblos.
La superficie destinada a la horticultura es mayor al resto.
La mayoría tiene otro ingreso agropecuario.
Son los que más mano de obra contratada utilizan.
En general no realizan riego.
La comercialización se realiza casi con exclusividad en otras regiones del país.
La inclusión de plantines libres de virus es una de las tecnologías sobre las que se está avanzando.

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