
Este informe del INTA Rafaela analiza cómo dos estrategias de manejo impactaron en el rendimiento y la calidad del silaje en un contexto de condiciones climáticas adversas.
El mercado ganadero cierra un buen año. Pero no faltaron dificultades e incluso hubo sectores que la pasaron y la siguen pasando mal, como es el caso del engorde a corral. En la parte llena del vaso se cuenta el haber sido declarado sector esencial durante la cuarentena, el crecimiento de las exportaciones y un consumo que pese a las dificultades se bancó subas de precios de la carne por encima de la inflación.
De estas cuestiones habló Ignacio Iriarte, uno de los más reconocido analista de la actividad, en la charla ganadera organizada por FIFRA, la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales. Allí explicó cuáles son a su criterio las “cinco variables excluyentes” para entender y analizar la coyuntura y perspectivas del negocio de ganados y carnes.
Ese listado lo componen la seca, el precio y la oferta de terneros de invernada, el valor del maíz, la demanda China y la cotización del dólar.
Con respecto a los posibles impactos de la seca en la disponibilidad de pasto y en la evolución de la cría vacuna, el analista dijo que el año pasado el stock vacuno ya cayó en cerca de 500 mil cabezas y que se espera que en el próximo destete haya entre 300 y 400 mil terneros menos. A esto hay que sumarle los problemas en las preñeces que se están dando en esta primavera, lo que reduciría la oferta de terneros en 2022.
Menos terneros significa menos ganado para engordar y en definitiva menos producción de carne. este escenario solo se podría revertir con un salto muy grande en el peso de faena de esos animales. Iriarte consideró ese tema como “una gran desilusión”, debido a que sus variaciones fueron mínimas en estos años. Además, con los precios que tiene el maíz y que se supone se mantendrán firmes, tampoco habría mucho incentivo al engorde de vacunos.
La segunda variable es el precio del ternero de invernada, que sigue aumentando. Iriarte explicó que la oferta es reducida, que los terneros disponibles en esta época del año significan el 25% de lo que había en la zafra, y que por eso el precio del ternero que venden los criadores están 35/40% por encima del valor del gordo. Eso agregado al encarecimiento del maíz complica más a los feedlots.
El punto es que se supone que, como se espera un achique del stock, habrá menos terneros y por consiguiente mayores posibilidades de que sus valores se afirmen. Además también sería caro el alimento.
En tercer término, el analista destacó el precio del maíz. Consideró que esta es una variable fundamental para entender e ir analizando lo que pueda suceder con la producción de ganado para la faena.
El maíz disponible tuvo un aumento interanual de su precio en pesos de en torno al 80%, lo que significa un crecimiento de al menos 40% en términos reales. Los temores a una mayor devaluación hacen que muchos productores se muestren reacios a venderlos y más a los feedlots que tienen menos poder de compra que los criaderos de cerdos o pollos.
Iriarte consideró que todo indica que el precio del maíz seguirá firme, sobre todo si se tiene en cuenta la creciente demanda China por el grano. El gigante asiático busca a su vez recomponer sus stocks de cerdos e incrementar la producción de carne de pollo, al tiempo que seguiría importando más carne vacuna. Por eso necesita del grano.
En este contexto, Iriarte considero que el engorde a corral tendería a ser de ciclo corto, como manera de reducir la incidencia del maíz en el proceso productivo. Con esos animales se abastecería al mercado interno.
El valor de maíz, entonces, será clave en la definición de cuánta carne vacuna se produzca el año que viene.
Una cuarta variable es el valor del dólar. Si el peso se sigue devaluando, el maíz disponible tendrá todavía un precio todavía mayor, pero al mismo tiempo el dinero que entre al negocio se utilizará para reponer hacienda ya que ésta es una forma de escapar de los pesos. Eso fue lo que se vio desde el arranque del año.
En este punto, Iriarte destacó lo que pasó con la industria frigorífica, que de la mano de más exportaciones pudo efectuar inversiones en frío, en playas de faena y en otras obras de infraestructura. También dijo que este escenario alentará a que más operadores quieran entran al negocio de la venta a China. En tal sentido, destacó que hay matarifes que antes sólo vendían al consumo que ahora están exportando, produciendo carne a fasón.
Muchos de esos exportadores liquidan una parte de los negocios al tipo de cambio oficial y otra a través de los dólares financieros, lo que les mejora el poder de compra. Por eso el recorte en la brecha entre el precio de la vaca y del novillo.
Del lado del productor, Iriarte destacó que seguiría la incertidumbre cambiaria que este año impulsó los precios de los terneros.
En quinto lugar, dentro de este análisis se señaló la demanda de China por la carne vacuna. “China está recomponiendo sus stocks de cerdos, incremento en 3,5 millones de toneladas la producción de pollos pero no puede hacer con lo mismo con la carne vacuna. Por eso seguirá comprando y Argentina -junto con los países del cono sur- le seguirán vendiendo”.
Sobre el cierre de la charla, Iriarte hizo un comentario respecto de las perspectivas para la hacienda con destino a faena. Dijo que se espera una posible primera etapa de suba más marcada hacia fin de año y otra durante enero, para lo cual se combinarían dos cuestiones: Por un lado menos oferta de hacienda liviana, y por otro un consumo que sigue firme y que está dispuesto a pagar.
En efecto, los precios de la carne tal como lo informa el IPCVA aumentaron 55% cuando la inflación promedio fue varios puntos menos.
Iriarte se detuvo en este punto para destacar la fortaleza del consumo. Dijo que puede ser medido en función del gasto y resaltó que el consumo interno no está dispuesto a comer menos de 50 kilos por habitante/año. Por eso convalidó subas en el mostrador y en el ganado superiores a la inflación.
La pregunta que nadie puede responder es si esa suba le servirá al engorde a corral para llegar a pagar sus cuentas. Con los precios que tiene el maíz -y que podrían aumentar tanto por cambios en la cotización internacional como por la devaluación del peso-, el ganado debería valer, según sus cálculos, 160 pesos o más por kilo vivo lo que implica una mejora de 30% respecto de los valores actuales.
Fuente: Bichos de Campo
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