
Este informe del INTA Rafaela analiza cómo dos estrategias de manejo impactaron en el rendimiento y la calidad del silaje en un contexto de condiciones climáticas adversas.
Por Atilio Chiaraviglio. Los productores del periurbano de Rafaela, se ven afectados por los temas lamentablemente habituales: inseguridad, abigeato, abandono de caminos, y la utilización de sus propiedades y caminos convertidos en basurales. Desde inicios del año 2020, una propuesta de Ordenanza Municipal intenta afectar a aproximadamente 5000 has dejando a la deriva productiva 1 kilómetro desde el ejido urbano y dentro de los establecimientos agropecuarios del periurbano, quedando estos dispuestos al abandono, la gestación de plagas, malezas, basura y rincones para el aprovechamiento de la delincuencia.
Todo esto sin argumentos técnicos, científicos y lógicos que fundamenten tal disparatada propuesta, representando esto también una suerte de amenaza y afectación de los derechos de propiedad. Al demarcar áreas improductivas sobre las tierras de mayor potencial de la región, se afectan de manera directa la generación de recursos que la ciudad y el país necesitan, siendo esta una manera de actuar sobre los campos y sus familias productoras con plenos derechos de explotar la tierra como crean conveniente y cumpliendo con la sociedad y el medio ambiente.
El 10 de junio pasado, en Mercedes, Buenos Aires, el presidente utilizó una frase que provocó una gran preocupación en el sector agropecuario: “No tiene sentido tener tierras improductivas cuando alguien está necesitando un terreno”. Posteriormente, se produjo una ola de usurpaciones de tierras dedicadas a la ganadería y agricultura. Solo en Reconquista, 150 has fueron violentamente ocupadas.
Basta con recorrer el límite urbano de Rafaela, para observar las consecuencias en que ha derivado la prohibición de aplicación de productos fitosanitarios en los 200 metros del ejido urbano, desde el año 2004. Es fácilmente visible que, ante la imposibilidad de producir, se han convertido en tierras enmalezadas, con alimañas y escondites de delincuentes. Y en pleno conocimiento de esta situación, representantes de la ciudad de Rafaela proponen el abandono de aún más tierras con la profundización de las consecuencias antes resaltadas. Se suelen explorar caminos alternativos que resultan inviables para la producción extensiva y que no deben ser analizados simplemente desde el voluntarismos de los propietarios, ya que la ciencia aún está lejos de asegurar procesos productivos extensivos con técnicas e insumos aún en desarrollo y con modelos económica y logísticamente inviables.
Tal es el caso de los reiterados intentos de huertas que no prospera debido a múltiples factores entre los que se destaca el necesario uso de fitosanitarios adaptados a esa actividad pero igualmente alcanzados por la prohibición de la normativa vigente y potencial. La proporcionalidad entre tierras productivas abandonas de manera impuesta, compulsiva y sin razonamientos técnicos, físicos y científicos y las que requiere un sistema como el citado de producción acotada, tornan a esas potenciales ideas que en su esencia todos compartimos desde el ideario ecologista, simplemente como marketing para aspiraciones de discursos falsamente naturista y con intenciones de: “Ustedes los rurales deben hacer esto y aquello, con sistemas productivos de antaño (degradantes de la tierra) sin referencialidad hacia la ciencia moderna y haciéndose cargo de los costos, riesgos y trabajos. De las tierras sobrantes, sigan pensando qué hacer mientras nosotros miramos con la prohibición en los escritorios. Eso sí, sobre lo que produzcan todos meteremos la mano con impuestos y nos deleitaremos con discursos en atriles a modo de -La dirigencia lo hizo posible-“. ¿Es justo?
Cuando relacionamos el mensaje del presidente y las ocupaciones de tierras privadas, con lo que enfrentan los productores periurbanos rafaelinos, percibimos una amenaza que nos moviliza a reclamar urgentes definiciones de amplios sectores de la clase dirigente local y provincial mediante claros pronunciamientos en respaldo a la propiedad privada y los derechos que nos asisten. Tener tierras obligadamente libradas al abandono productivo representa también un riesgo no sólo para las empresas propietarias del periurbano sino para los barrios perimetrales y la comunidad toda, dejando riesgosos espacios de inacción para ser tomados con prácticas fuera de la ley y el consecuente menoscabo al derecho pleno sobre lo propio y el peligroso relacionamiento con la comunidad. La inacción puede pagarse con un silencio cómplice de terribles alcances para la cohabitabilidad entre los barrios del periurbano y potenciales asentamientos ilegales, relación de cordialidad y respeto que hoy sí mantiene con el campo productivo y su entorno natural.
Como productores periurbanos, hemos demostrado responsabilidad y respeto a la naturaleza y la vida humana. Hemos difundido, y se ha demostrado, asistidos por expertos nacionales e internacionales, las medidas que la ciencia y la tecnología determinan como eficaces para proteger la salud de las personas y el ambiente, preservando la producción. No podemos dejar de manifestar nuestra intranquilidad ante los hechos declarados contra la propiedad privada. Una vez más redoblamos los conceptos de integración entre la Ciudad y el Campo y para ello necesitamos no solo de la buena voluntad de quienes vivimos nuestro día a día con entornos de mutua afectación armoniosa, sino del accionar claro, responsable, respetuoso de lo aprendido de la mano de la ley, la ciencia, la producción y el ecorelacionamiento territorial por parte de nuestros representantes a quienes le confiamos nuestro voto para que de manera coherente y eficiente realicen el trabajo para el que les fue asignada nuestra representatividad.
FUENTE: DIARIO CASTELLANOS RAFAELA
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