El país en el que Raquel Chan tiene que comprar una mopa

Compartimos nota de Jairo Straccia publicada en el portal "Diario con Vos" con la reconocida científica santafesina sobre la actual situación del Conicet

OPINIÓN 21/03/2024 REDACCIÓN REDACCIÓN
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DATO "Ya no podemos pagar la limpieza como antes. Compré mopas y escobillones y cada investigador limpia su espacio”, explica la científica incluida el año pasado por la BBC entre las diez mujeres que lideran la ciencia en América latina.

Imaginate un desarrollo científico hecho en la Argentina que puede cambiar la alimentación de todo el mundo y de paso generar dólares para el país, esos que cuando escasean provocan crisis recurrentes. Imaginate que el hallazgo es producto de años de trabajo de un organismo público, además lo patenta para cobrar regalías y luego lo cede para su explotación a una compañía privada donde participan más de 200 productores agropecuarios.

Imaginate que con el paso de los años ese avance en el universo de los cultivos empieza a recibir el OK en los principales mercados internacionales, que además también validan todo tipo de productos derivados para consumo humano.

Imaginate que al frente de semejante proeza hay una científica argentina formada en la universidad pública que se transformó en una referencia internacional en la materia al punto que no para de recibir reconocimientos, mientras además sigue comandando equipos de investigadores jóvenes que pueden llevar su descubrimiento original hasta el infinito y más allá.Ahora imaginate que todo ese mundo no existe más.

La bioquímica e investigadora Raquel Chan suena sin dudas preocupada, de a ratos desesperada.
No decidió hablar en los medios como tantas otras veces de cómo logró separar “el gen de la sequía” en el girasol hace diez años para tratar más tarde de insertarlo en el trigo de manera tal de volverlo resistente a la falta de humedad en el suelo.No está contando con entusiasmo las posibilidades que se abren al país ahora que las autoridades regulatorias de Brasil y China aprobaron la materia prima e incluso la harina derivada para consumo que se hace con el trigo modificado.Tampoco está reflexionando sobre cómo la ciencia argentina aportó para que nuestro país, siempre noticia por sus problemas, en este caso lo sea por generar una nueva revolución en el campo para producir más comida.

Ni siquiera se trata de una de sus intervenciones picantes para debatir fervorosamente con ecologistas como tantas veces lo hizo respecto de si el llamado “trigo HB4” o los cultivos transgénicos en general tienen impactos negativos en la salud.Ojalá estuviera hablando, por otro lado, sobre cómo ahora avanzan los trabajos de su equipo para replicar la adaptación genética en el arroz, la alfalfa o la soja de manera tal de que también sean resistentes a la sequía.

La doctora Chan, que el año pasado recibió el premio Konex de Platino y también fue reconocida por la Fundación Bunge & Born mientras algunos la nombran hasta con chances en algún momento de ganar un Nobel, ha decidido levantar el perfil porque entiende que corre peligro el mismísimo sistema en el que se encuentra el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral, la dependencia del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y la Universidad Nacional del Litoral donde comenzó todo.

Es que para esta porteña, que se exilió con su familia cuando era adolescente en tiempos de la dictadura y luego estudió en la Universidad Nacional de Rosario, la promoción de la ciencia se acerca a una situación límite como nunca. Su voz resuena como pocas dado que es la cara de un caso de éxito emblemático: logró un hallazgo de escala global, le cedió la patente al Conicet para que cobre regalías y ya hay 100 mil hectáreas sembradas con el cultivo que muy posiblemente se transforme en una estrella del agro que nutra de dólares al Banco Central. La compañía Bioceres desarrolla el negocio.“Si se dan de baja los contratos administrativos tienen que cerrar el Conicet”, afirma lisa y llanamente en diálogo con Diario Con Vos, el primer medio nacional con el que habla con crudeza de un tema muy relevante a la hora de pensar el desarrollo nacional, más allá de los dilemas de la macroeconomía.


Si se dan de baja los contratos administrativos tienen que cerrar el Conicet

En medio de los recortes que cruzan toda la administración pública, el Conicet tiene unas 1300 personas que cumplen tareas administrativas en todo el país contratadas hasta el 31 de marzo, tras una extensión del vínculo que terminaba en diciembre. “Es 16 de marzo y todavía no saben si van a poder pagar el alquiler. No le podés hacer eso a la gente. No le podés decir no sé qué va a pasar. Son los que liquidan sueldos, giran las cuotas de funcionamiento, mantienen el sistema, compran los insumos”, explica Chan, alarmada. “Si echás mañana a toda esa gente es lo mismo que cerrar, porque no vamos a poder funcionar”, concluye.

El Conicet se está rigiendo con el presupuesto de 2023, que había sido elaborado en octubre de 2022. Los intentos por estirar los fondos disponibles están generando escenas casi cómicas, si no reflejaran la agonía del sistema científico argentino.“El presupuesto no alcanza. Por ejemplo, ya no podemos pagar la limpieza como antes. Compré mopas y escobillones y cada investigador limpia su espacio”, explica la científica incluida el año pasado por la BBC entre las diez mujeres que lideran la ciencia en América latina.

Con las partidas congeladas, están haciendo malabares también porque la factura eléctrica saltó 150%. Las cámaras para aplicar luz artificial a las plantas ahora se usan a las 2 de la mañana, porque a la tarde si coincide con el pico de consumo el kilovatio sale más caro. “Ahora a las seis de la tarde apagamos la luz”, dice la bioquímica, que dejó de usar el aire acondicionado en las oficinas a pesar de que en la ciudad de Santa Fe hay días de 50 grados. “El problema son los laboratorios o institutos que tienen animales y hay que darles de comer y limpiar y eso no se puede achicar”, agrega y subraya el caso de los institutos físicos: “Necesitan nitrógeno líquido todo el tiempo, porque tienen equipos que son carisimos y si no se usan se arruinan”.

-¿Por qué decidiste hablar?

-Me preocupa la ciencia argentina. Los países que se desarrollaron subieron su PBI, invirtieron en ciencia. Es concomitante la inversión en ciencia con la suba de ingresos. La Argentina se va al tacho si tira la ciencia. Y no hablo de un problema personal, mi carrera ya está, ya la hice.

-¿Qué te preocupa?

-Veo que los pibes que se van a otro lado, son menos vocacionales por cuestión generacional. Cuando vos le decís que la beca está congelada por doce meses con el salario 2023, se van a otro lado. Sobre todo los de ingeniería y otras profesiones que tienen demanda acá y afuera. Cuando se te va una generación te lleva muchísimo tiempo recuperarla.

-Imagino que si el Presidente te escuchara, diría que el mercado asignará los recursos en ciencia donde lo crea conveniente. Que si los becarios se van a otro lado es porque ahí hay quién lo pague, que el Estado no tiene por qué meterse.

-Este gobierno no es ni la derecha de Donald Trump o Emmanuel Macron. Todos esos países, o incluso Corea del Sur o Israel tienen sistema público de ciencia. Yo tendría posibilidades de conseguir financiamiento privado, pero sería un sálvese quién pueda. Además, el Estado banca toda la parte básica, porque algunas cosas surgen como muy aplicables cuando ya hubo un desarrollo y recién ahí las agarra el sector privado.

El Gobierno puso al frente del Conicet a Daniel Salamone, un médico veterinario egresado de la Universidad de Buenos Aires, doctor en biotecnología especializado en reproducción asistida y clonación de animales domésticos. El presidente Javier Milei, vale recordar, clonó a su fallecido perro Conan, aunque Salamone asegura que no tuvo nada que ver.Lo cierto es que la comunicación de las autoridades con los representantes de los institutos ejecutores dista de ser fluida. Diario Con Vos consultó en la Casa Rosada y aseguraron que está todo bajo revisión de la jefatura de Gabinete a cargo de Nicolás Posse y -lejos de cualquier previsibilidad- dijeron que habrá novedades recién a fin de mes.

Chan recuerda también que esta gestión bajó de 1300 a 600 las becas de investigación para este año, y que comenzarán recién en agosto y no abril como es habitual. “Mucha gente se va a ir, no van a esperar”, se lamenta. El Conicet fue uno de los iconos contra los que el Presidente machacó la idea del despilfarro en el Estado. De hecho gritó “afuera” en un programa de televisión mientras arrancaba un papel con la sigla del instituto científico. El vocero presidencial, Manuel Adorni, cuando se refiere al organismo machaca que se ha dedicado a estudiar “el ano de Batman”, por un estudio sociológico con una referencia al respecto.

Sin embargo, el propio gobierno de La Libertad Avanza publicó en el portal del Conicet la semana pasada los resultados de la medición internacional conocida como Ranking Scimago 2024. “El Conicet mantiene su 1° ubicación como institución gubernamental de ciencia de Latinoamérica, según los resultados de la 16ta edición del  (SIR), recientemente publicado. De los organismos de gobierno de América Latina dedicados a la investigación, el CONICET vuelve a ubicarse 1ro. en el ranking seguido por México, Chile y Brasil”, escribe el comunicado.El listado divulgado -repito- por esta administración lo ubica además en el puesto 20 entre 1870 institutos científicos de todo el mundo. “Es un honor”, completa Chan, que admite que en el pasado siempre pudo haber habido errores o estudios más o menos defendibles, pero que como se ve, no empañan la imagen de un centro de prestigio mundial: “No pueden decir que no sirve para nada”.

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