Medio ambiente, una oportunidad para las inversiones en la Argentina

En los últimos años, a las motivaciones para las radicaciones de empresas extranjeras se suma una más: el medio ambiente. Y, aunque parezca mentira es una oportunidad para la Argentina.

NOTICIAS10/10/2021REDACCIÓNREDACCIÓN
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El gobierno del presidente Mauricio Macri cometió un error escasamente debatido: simplificar la idea de las inversiones extranjeras. El razonamiento parecería haber sido: “como –ahora- la Argentina es amiga de los mercados, van a venir las inversiones”. Es un tema que merece ser debatido porque la radicación de empresas extranjeras puede constituir un aspecto del desarrollo económico y, por lo tanto, de la diversificación de la estructura económica, del aumento de las exportaciones y -lo central- de la creación de empleo. No desperdiciar ese error: sirve para aprender.

Tradicionalmente hubo una condición y cinco motivaciones para que empresas extranjeras inviertan en un país. La condición es la estabilidad regulatoria; y las motivaciones –hasta ahora- venían siendo cinco:

1) Interés por el mercado.

2) Impuestos bajos.

3) Mano de obra barata.

4) Explotación de recursos naturales.

5) Captación de activos estratégicos.

Si está ausente la condición de estabilidad regulatoria o si la regulación es mala, aumenta el riesgo del inversor, pero de todas maneras algunas empresas extranjeras pueden optar por invertir si se satisfacen una o varias de las otras motivaciones. Simplemente intentarán compensar el mayor riesgo buscando una mayor ganancia: el mercado debería ser más atractivo, los impuestos extremadamente bajos, el costo de la mano de obra ínfimo, recursos naturales muy abundantes y fáciles de extraer o activos estrarégicos más contundentes.

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El fenómeno de la inversión

Pero la inversión en un país, sea de empresas locales o extranjeras, no es centralmente un fenómeno exógeno: la inversión, sea local o extranjera, siempre responde a componentes endógenos, propios del país.

La Argentina no califica para ninguna de las categrías mencionadas porque, a falta de una política de desarrollo, no construye esos elementos endógenos necesarios para ser un país atractivo, ni para las inversiones locales, ni para las extranjeras. Por el otro lado, esa misma carencia, impide discriminar aquellas inversiones que benefician al país, de aquellas que serían neutras o negativas. No son beneficiosas –por ejemplo- las inversiones en casinos o en industrias que generan altos niveles de polución.

 Las regulaciones argentinas con sus frecuentes cambios espantan a los inversores. Hay empresas extranjeras en el país que tienen interés en el mercado local, pero el mercado argentino está estancado y es demasiado pequeño para que esas empresas se interesen en tomar a la Argentina como plataforma exportadora: son tributarias de nuestro mercado, pero no agregan divisas para que el mercado crezca.

No tenemos impuestos reducidos, el costo de la mano de obra no es bajo y las inversiones en recursos naturales (petroleo o minería) no impactan en el sistema productivo, generan economías de enclave con escasa creación de empleo.

 
El activo estratégico que necesita cualquier inversor es el conocimiento. Por eso la competencia entre países y regiones es una competencia entre sistemas educativos. Si bien la Argentina tiene segmentos interesantes dentro de la economía del conocimiento, le falta mucho para competir en esa motivación inversora. Construir un sistema educativo de clase mundial es el gran desafío pendiente.

En estos años, a las cinco motivaciones para las radicaciones de empresas extranjeras se suma una sexta: el medio ambiente. Y, aunque parezca mentira es una oportunidad para la Argentina.

 
Nuestro agro, con la siembra directa es el que, por unidad producida, genera menos gases de efecto invernadero de todo el mundo. Pero el transporte de nuestros productos primarios hacia los puertos de destino produce esos gases a granel. Al tiempo –tecnología mediante- la cadena de productos que usan como insumo la soja, maíz y otros cultivos producidos en el país, está creciendo exponencialmente.

En la economía del Siglo XXI los consumidores globales exigen productos limpios y amigables con el medio ambiente, a partir de la fotosíntesis de la naturaleza conducida por el conocimiento humano, cada vez más multidisciplinario y sofisticado. Desde plásticos biodegradables hasta cosméticos, desde materiales de construcción hasta combustibles. Es lo que los especialistas llaman: “gestión de la fotosíntesis”.

 Esas cadenas de productos se pueden fabricar en el país para exportar, sin quemar gasoil en el transporte porque son de más valor, de menos peso y de menos volumen. Las empresas, en todo el mundo, se están subiendo a la ola del cuidado del planeta: deben responder a la creciente conciencia de inversores, consumidores y de muchos gobiernos.

Eso crea una sexta motivación para las empresas extranjeras: reducir su impacto ambiental. Mientras, en las cinco motivaciones mencionadas, es poco lo que puede ofrecer el país o es poco con lo que se puede beneficiar, en este punto se le abre a la Argentina la oportunidad de ser el país para producir bienes verdes, con los insumos del agro más sustentable del mundo. Significa reducir el impacto del transporte de grandes pesos y volúmenes y aprovechar las capacidades de empresarios agropecuarios que ostentan la mejor y más rápida difusión de tecnologías amigables con el medio ambiente.

Es una extraordinaria nueva motivación para la inversión extranjera en la Argentina, si y solo si, el país aprende a construir los componentes endógenos para esta nueva oportunidad. La construcción de esos componentes es un tema para el debate, el estudio y la gestión púbica: sin simplificaciones.

Por otra parte, tener en cuenta que nuestros empresarios, eternamente vilipendiados, tienen buena parte de las capacidades como para asumir el desafío, en sociedad con empresas extranjeras o con sus propias vocaciones y sus propios recursos

Por

Pedro Vigneau. Presidente honorario de AAPRESID. Productor agropecuario. Docente universitario.

Fernando Vilella. Ingeniero Agrónomo. Presidente del CPIA. Profesor Titular Cátedra de Agronegocios. Director del Programa de Bioeconomía. Director del Posgrado en Bionegocios Sostenibles Facultad de Agronomía. Universidad de Buenos Aires

Luis Rappoport. Economista. Docente universitario. Miembro del Club Político Argentino​

FUENTE: CLARIN

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