
Este informe del INTA Rafaela analiza cómo dos estrategias de manejo impactaron en el rendimiento y la calidad del silaje en un contexto de condiciones climáticas adversas.
Una muy interesante nota publica el diario La Capital de Rosario dando cuenta de diversas experiencias de economía circular en la provincia de Santa Fe
Proyectos concretos y en marcha que se desarrollan en la provincia de Santa Fe dan cuenta de que la implementación de la economía circular en la región no sólo es posible, sino que “es una realidad bastante cercana”, auguró Gloria Rótolo, especialista de la Estación Experimental de Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) de Oliveros.
En el marco del ciclo de charlas que desde hace varios meses impulsa esta entidad, Rótolo brindó una disertación exclusiva sobre economía circular a la que definió desde y como un enfoque alternativo para una producción viable, en un planeta cuya población supera la capacidad que éste tiene de regenerar recursos y asimilar desechos.
“En algún momento nos hemos desajustado con el hogar que nos cobija debido a que el sistema natural cicla todo: recursos y desechos. No utiliza nada de afuera y no tira nada afuera. Y nosotros en algún momento comenzamos a extraer, consumir y tirar, creyendo que los recursos son infinitos y dejando que el futuro nos resolviera nuestros problemas de desechos”, dijo Rótolo en la introducción al tema.
De allí definió que la humanidad sigue el patrón de “tomar, hacer y desechar”, el cual, por la superpoblación, superó su propio límite, “al punto que hoy en día para alcanzar la capacidad de regeneración y de absorción de desechos, requerimos los recursos de casi dos planetas”, señaló la especialista.
En ese sentido, Rótolo mencionó un estudio realizado por investigadores de Estocolmo desde 2009, en el cual se identifican nueve indicadores, de los cuales a siete les encontraron un límite (a los otros dos aún no se los encontraron). Y de esos siete, tres han superado ampliamente el límite de operación segura para la humanidad que son las emisiones de gas de efecto invernadero, la remoción de la atmósfera del nitrógeno atmosférico para el uso industrial y agropecuario, y la pérdida de biodiversidad.
A esas consecuencias se suma que “estamos viendo que a nivel de recursos y ambientes, la producción de alimentos se desperdicia en un tercio por año. Este tercio que estamos tirando requirió un 23% de las tierras mundiales de cultivo anuales por habitante por año y un 24% del agua dulce total, representando una pérdida económica de casi 3 trillones de dólares por año”, remarcó la investigadora.
A ello, acotó que “hay una desnutrición mundial muy grande y eso podría haber alimentado al 10,7% de esa población desnutrida y representó también un 7% de emisiones de gases efecto invernadero”.
Por otra parte, “el esquema que estamos siguiendo desde hace un tiempo está sujeto a una vulnerabilidad debido a la coyuntura que hay, a los intereses del mercado y a los distintos precios internacionales. Tenemos también pérdidas económicas por residuos estructurales”, advirtió Rótolo.
Al respecto, señaló que “estamos produciendo una gran cantidad de desechos que tenemos que ponerlos en algún lado y hay algunos tipos que todavía no tenemos resuelto dónde ponerlos”.
“Además tenemos un riesgo de suministros. Cuanto más estamos sujetos a insumos importados, estamos más sujetos a los cambios de coyuntura, a los precios y también estamos sujetos a que todos estos ingresos de suministros tienen una cadena muy larga. Entonces cualquier cuestión que pasa en el medio de la cadena, afecta a este suministro”, añadió.
Todo ello, junto al deterioro de los sistemas naturales constituye el repetitivo esquema de patrón de consumo y producción lineal, “en donde tomar y desechar es la norma y es habitual. Esto ha llegado a su fin. No se puede seguir con este mismo patrón porque no llegaremos a un buen puerto. Tenemos que cambiar el enfoque”, enfatizó la especialista del Inta Oliveros.
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