
Este informe del INTA Rafaela analiza cómo dos estrategias de manejo impactaron en el rendimiento y la calidad del silaje en un contexto de condiciones climáticas adversas.
Ante la posibilidad de lluvias por debajo de lo normal, puede ser necesario hacer modificaciones en la asignación de superficie y en el paquete tecnológico para cada cultivo. Los pronósticos climáticos para la campaña de granos gruesos 2021/22 no son los más alentadores.
Expresado de otra manera: con un telón de fondo representado por cualquiera de las dos alternativas, se estima que se enfrentará un ciclo con tendencia a seco, luego de otra campaña seca, con posibilidades de alguna helada tardía en gran parte de la zona agrícola pampeana, sobre todo en el centro y oeste.
Ese escenario, de confirmarse, podría obligar a modificar algunos esquemas productivos y comerciales de maíz, soja y girasol empleados con éxito en años anteriores.
El gráfico 1 muestra cómo se modifica el rinde nacional de acuerdo a que el año presente un evento El Niño o La Niña. Cuando los picos sombreados se sitúan por encima del 0,5 (como anomalía en la temperatura del océano Pacífico; la línea verde) corresponde a un año El Niño. Cuando se ubican por debajo de -0,5 (línea roja) representan un año La Niña. Así, se observa una correlación estrecha entre altos rendimientos en una campaña que tuvo como telón de fondo El Niño y bajos rindes en ciclos que estuvieron bajo la influencia de La Niña.
El gráfico 2 muestra la evolución climática de los últimos años y su efecto sobre los precios de la soja. Se observan aumentos de precios en las campañas con evento La Niña. Por ejemplo, en el ciclo 2010/11 (La Niña), seguido por dos años neutros, los precios tuvieron una escalada importante al compensar, en parte, la caída de rindes.
Si el escenario planteado por los meteorólogos se va consolidando en las próximas semanas, no habría que descartar ajustes en los planteos técnicos de la agricultura 2021/22. Así, podría ser necesario modificar la superficie histórica asignada a cada alta cultivo eligiendo los de mejor comportamiento en esas condiciones, como por ejemplo el girasol en detrimento del maíz de primera.
Además, habrá que revisar el paquete tecnológico que se empleará en cada cultivo. Matías Amorosi, gerente de la consultora AZ-Group, adelanta que “en maíz, ante la posibilidad de lluvias por debajo del promedio, podría diseñarse un planteo agronómico defensivo, que utilice densidades de siembra más bajas que en años anteriores”. También se podrían elegir híbridos de maíz que desarrollen bien en condiciones subóptimas en vez de inclinarse por los de más alto potencial. Diversificar las fechas de siembra podría ser otra alternativa para sortear los peores momentos y alcanzar un rinde promedio satisfactorio.
Según el analista, en un año como las características que se prevén, el sistema productivo de soja debería prevenir lo más posible la expresión de adversidades que comprometan los rindes por obtener, como malezas, hongos, etc.
“Los factores clave durante la implantación de cualquier cultivo son la calidad del suelo y la humedad disponible. Arrancar con alguno o los dos factores en condiciones subóptimas genera mayor riesgo de estrés si la soja enfrenta condiciones climáticas adversas”, comenta Amorosi.
Respecto del suelo, ante el fuerte encarecimiento de los precios del fosfato y de la urea, las decisiones de fertilización deberían realizarse tomando como base los resultados de análisis de suelos. La producción por ambientes será otro recurso que permitiría alcanzar la más alta eficiencia en los planteos productivos.
El contenido de humedad en el perfil en los momentos previos a la siembra es un factor clave para decidir el momento para entrar con la máquina. Esta variable puede ser particularmente crítica en sojas sembradas luego de trigos de alta producción.
“En un año con riesgo de lluvias escasas no se puede fallar en el control de malezas que compiten por la humedad con la soja implantada. Para mantener limpios los lotes, no habría que desarrollar estrategias basadas únicamente en tratamientos químicos, sino que deberían integrarse con el programa de rotaciones y con el uso de variedades que cubran rápido el suelo cerrando el entresurco con la canopia”, aconseja Matías.
Mas allá de estas recomendaciones generales, cada productor debería reunirse con su asesor y analizar cuál podría ser el sistema productivo más aconsejable para su empresa en el escenario climático proyectado como más probable. “Está claro que todas las estrategias por ejecutar generarán un aumento de los costos respecto de la campaña pasada, que se suman a los incrementos en los insumos; por lo tanto, hay que tener los tableros actualizados y con seguimiento constante”, recomienda.
Desde el punto de vista comercial también se pueden tomar previsiones. Jeremías Battistoni, analista de mercados de la consultora, destaca que “los buenos precios a cosecha en 2022, tanto para soja como para maíz, no son para despreciar”.
Amorosi coincide: “los productores no deben quedar hipnotizados por los altos precios de la soja de hoy, sino que tienen que ir aprovechando los precios que se ofrecen en el otoño de 2022 para cerrar negocios si los cálculos muestran una rentabilidad razonable con rindes corrientes”.
Ahora bien, en un entorno de costos en suba y rindes con cierto grado de riesgo, no estará de más prestar atención a opciones que permitan acompañar, en cierta medida, eventuales subas. Como se presenta en los gráficos, en campañas anteriores estas condiciones han generado oportunidades comerciales. Por lo tanto, “asegurar pisos de precio, pero tener flexibilidad en este tipo de escenarios, no sería una mala alternativa de cara a una nueva campaña”, concluye Battistoni.
Fuente: Diario La Nación
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