Quijotes lecheros en medio de la Pampa Gringa

La historia de la cooperativa de la localidad santafesina de Eustolia que elabora quesos en una planta recuperada. En seis años, triplicaron su producción y no llegan a estacionar los productos porque "se los sacan de las manos".

HISTORIAS 02/09/2022 REDACCIÓN REDACCIÓN
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La historia de los integrantes de la Cooperativa 22 de marzo está atravesada de trabajo y de decidir encarar desde atrás, con una fábrica que estuvo parada y fundida, con coraje y riesgo medido. Es la historia de cada ex empleado, hoy convertido en socio y dueño de un pedacito de sueño con gusto a queso.
“Al principio estábamos un poco perdidos. Nosotros lo que sabíamos era hacer queso. El resto nos fuimos armando de a poco”. El que cuenta la historia a Agroclave es Gustavo Novara, presidente de la Cooperativa 22 de marzo, de la localidad de Eustolia, en el departamento Castellanos (Santa Fe).
La vida les quiso dar un vuelco abrupto aquella calurosa mañana del 28 febrero de 2016. Eran 16 empleados. Aunque “ya se la veían venir”, el telegrama llegó a cada uno de los hogares. La empresa Lughi decidía cerrar su planta elaboradora de quesos que tenía a la vera de la RP 13, muy cerca de María Juana.

“La empresa venía con problemas desde antes. En 2015 llegamos a un acuerdo: cobrábamos medio sueldo, trabajábamos menos horas con la esperanza de que la empresa se acomodaría y saldría a flote. Pero no arrancó”, recuerda Novara.

Luego de varias gestiones y reuniones, llegaron a un acuerdo: en vez de percibir la indemnización, los empleados recibían la maquinaria de la fábrica como parte de pago. “Era el equivalente al 60% de lo que nos correspondía. Nos reunimos varias veces. Las opciones eran cobrar en efectivo o abrir de nuevo la fábrica con la maquinaria bajo la figura de una cooperativa de trabajo. Eso no lo teníamos muy claro aún por eso fueron muchas las discusiones”, admite Novara que resume la conclusión en una frase: “Pensamos que lo más obvio era producir: conseguir algo de leche y arrancar”.

Paralelamente, la región venía soportando una de las inundaciones más importantes de las registradas en su historia. “Fue muy complicado arrancar. Pero de a poco lo hicimos. Empezamos con la leche de otras cooperativas de la zona que nos entregaban la materia prima. Arrancamos muy despacio”, recuerda el dirigente con un tono tranquilo pero seguro: “Peor de cómo empezamos, no vamos a estar. Fue de cero, sin clientes, con una inundación tremenda”.

Justamente ese 22 de marzo de 2016, reunidos en asamblea, decidieron formar la “Cooperativa de Trabajo 22 de Marzo Ltda”. En los primeros días de abril, consiguen comenzar nuevamente con la producción. “El maestro quesero -figura indispensable para una fábrica de quesos- se había ido a una planta en Venado Tuerto. Cuando le contamos nuestra decisión, se volvió sin pensarlo. No sé si se habrá arrepentido”, cuenta entre risas Novara.

Pasaron más de seis años desde ese momento. En el medio, crisis económica y pandemia, y un hecho trágico y doloroso que atraviesa aún hoy hasta lo más profundo de esta historia de sueños y valores compartidos: el secuestro y asesinato del tesorero de la cooperativa, Héctor Cornalis, uno de los que más empujó desde un principio para la concreción de esta “quijotada en medio de la pampa gringa”, como llamó alguna vez un presidente comunal de la zona a todo el recorrido. Las crónicas policiales del momento cuentan que, entre el silencio y oscuridad de esa madrugada del 16 de abril de 2021, tres hombres escondidos en la entrada a la planta, toman por sorpresa a Cornalis que estaba llegando al lugar. Lo obligan a subir a su auto y, luego de un atraco frustrado, el cuerpo de Cornalis fue encontrado sin vida abandonado en un camino rural de Colonia Cello, a unos 35 km.

Los pedidos aumentan
“Uno pasa de ser empleado a ser dueño. Antes hacías el queso, cumplías tus labores y te volvías a tu casa. Ahora, hablás con los clientes, con los proveedores, gestionás. Hacés reuniones con los mismos socios para ponerse de acuerdo respecto a temas que pueden ser de todos los días pero también en relación a los proyectos e inversiones”, apunta el dirigente.

En la fábrica todos saben estar en los diferentes momentos del proceso de producción. Es decir, todos están preparados para hacer todo. “Nos pusimos de acuerdo para organizarnos”, afirma.

Luego de aquellos comienzos, fueron haciéndose conocidos: “Los productores desconfiaban al principio si vendernos o no leche. Mucha gente pensó que no íbamos a poder llevar adelante una fábrica. El primer pedido grande fuera de la zona llegó de Tucumán”, recuerda Novara. “Después empezamos a recibir demandas desde Jujuy, Salta, Rafaela, Santa Fe, Rosario, San Juan, Paraná, La Paz (Entre Ríos)”.

La demanda fue creciendo y, por ende, fueron incrementando los litros diarios en la producción. Comenzaron con 10 mil litros de leche/día y hoy están entre 25 y 30 mil litros, el equivalente a unas 3 toneladas de queso por día. Trabajan 19 personas, se sumaron los hijos de algunos socios. Todos son de María Juana, Estación Clucellas y Sastre. “Nos está quedando chico el lugar. Acá hacemos todo: elaboramos, envasamos, pintamos, estacionamos. Cuando se trabaja algún litro de más de lo que se venía haciendo, el espacio es un poco reducido. Se podría producir más. Tenemos clientes que quieren comprar pero no podemos abastecerlos”, reconoce Novara.

Trabajan de lunes a domingo. Se dividen en tres turnos entre las 6 y las 18 horas. De lunes a viernes trabajan en la producción y elaboración de quesos: hacen turnos de 8 horas. Para los fines de semana, armaron grupos de 5 socios para descargar los camiones que llegan, envasan, retiran el queso de la salmuera y hacen tareas de mantenimiento.

Los quesos que más elaboran son cremoso, barra y sardo. Pero también están los muzzarella, por salut, sbrinz, reggiano, provolone, fontina, criollo, pategras, gruyere y saborizado.

“Queremos elaborar crema de leche. Estamos trabajando en ello. Nos gustaría ampliar el edificio porque necesitamos ingresar nueva maquinaria y no tenemos lugar. En estos tiempos, a través de un subsidio de Inaes, adquirimos una tina elevada de 3.000 litros. Esto nos permitió producir más litros y tener más gente trabajando”, cuenta el vocero de la cooperativa en esta nota.

Una cooperativa con perspectiva
“No tenemos deuda, es lo más importante”, se escucha decir a Novara cual mantra. Y, obviamente, eso no es poco. Para el presidente de la entidad, “si es cooperativa, la tienen que manejar los socios. El gerenciamiento no sirve: el que más se beneficia es el gerente. En nuestro caso, las decisiones las tomamos entre todos, las charlamos, nos consultamos. Siempre hay diferencias, es lógico. Pero siempre hemos llegado a un acuerdo”, resume orgulloso.

FUENTE: AGROCLAVE (Iván Garbulsky)

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