En 2023, las cifras oficiales suman un consumo total de los tres tipos de carnes principales (vacuno, cerdo y ave) de 113 kilos per cápita
De acuerdo a las últimas proyecciones presentadas por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos
(USDA), se espera que el consumo mundial de carne vacuna crezca en 2021 cerca de un 2% anual. Esto se
sustenta en la recuperación que comenzarían a mostrar las principales economías del mundo, una vez superada
la pandemia.
Sin embargo, el actual escenario encontraría a la oferta con ciertas limitaciones para responder de manera
contundente a este nuevo nivel de consumo. Por diversas razones, los principales productores de
carne vacuna se encuentran transitado diferentes procesos de recomposición de sus stocks ganaderos
que afecta, en diferente grado, el nivel de oferta disponible. Tal es el caso de Australia, Brasil y, quizás
más incipientemente, de Argentina, tres países que en conjunto aportan anualmente cerca del 45% de las exportaciones mundiales de carne vacuna.
En el caso de Australia, luego de tres años consecutivos de sequía, su stock vacuno llegó a caer al mínimo de
los últimos 30 años. Tras la llegada de las lluvias y la consecuente recomposición de los campos a partir
del 2020, los ganaderos australianos han iniciado la reconstrucción de ese stock ingresando a un claro
ciclo de retención ganadera. Esta situación redujo drásticamente la disponibilidad de animales con destino a faena generando un aumento de precios tal que, sumado a la apreciación del dólar australiano, prácticamente está dejando al país fuera del mapa comercial para muchos destinos hasta entonces abastecidos con carne australiana. En 2020, Australia vio reducir sus exportaciones en un 15,4% interanual a 1.039.410 toneladas, privando al mercado de unas 190.000 toneladas de carne.
Sin dudas la fuerte escalada de precios, plantea una seria dualidad a los ganaderos locales que se debaten entre retener la hacienda o enviarla a faena, aprovechando los elevados precios, algo que podría llegar alterar el proceso de recomposición del stock en el que se encuentran encaminados.
Históricamente, los precios del ganado australiano solían mantenerse similares a los países de América
del Sur, pero la sequía sufrida durante los años 2014/15 restringió el suministro de Australia, los precios subieron y desde entonces nunca recuperaron aquella relación. Es por ello que esta situación no debe
leerse como algo coyuntural ya que, dependiendo de su desenlace, puede llegar a condicionar nuevos
equilibrios de precio a futuro.
Actualmente los precios de la carne australiana son por lejos los más caros del mundo, llegando a cotizar
entre USD 5,20 y USD 5,50 el kilo a gancho. Ya desde mediados del año pasado, estas referencias habían
superado a las de EE.UU. -hoy posicionado en menos de USD 4,00- y hacia el último trimestre del año
terminaron por superar los precios de Europa, que actualmente se ubican en torno a los USD 4,50 el kilo.
Brasil, siendo el principal exportador de carne vacuna, se encuentra transitando un proceso similar, aunque originado por distintas causas. Aquí el creciente margen que ofrece la cría fomenta la retención de hembras, restringiendo aún más la oferta de animales para faena. Esta situación de escases de oferta, ha llevado a varias plantas de faena a paralizar temporalmente sus operaciones por no lograr abastecerse. En efecto, desde la industria han comenzado a presionar al Ministerio de Agricultura para obtener autorización para importar ganado en pie desde Paraguay como una forma de continuar operando, algo que generó fuertes disputas con los ganaderos locales ante los riesgos que ello podría generar desde el punto de vista sanitario. Durante el
2020 el nivel de faena en Brasil cayó cerca de un 10% hasta 31,471 millones de cabezas, la menor faena de
los últimos 10 años. Sin embargo, sus exportaciones resultaron récord en 2020, tras superar los 2 millones
de toneladas, con un crecimiento del 8% frente a los 1,875 millones de toneladas verificados en 2019.
Nuestro país es quizás, hasta entonces, el que menor impacto relativo ha sufrido si consideramos que, al
igual que Brasil, registró un récord en exportaciones de 900 mil toneladas que marcó un alza del 6,5%
interanual, pero al mismo tiempo mantuvo estable tanto el nivel de faena como la producción. Claro está
que, a igual producción y exportaciones en alza, el consumo doméstico fue quien terminó ajustando la
ecuación, con una caída del 1,4% anual.
Si bien el impacto relativo es menos notorio en lo inmediato, el nivel de extracción que se requirió para
sostener la faena sobre un rodeo nacional que aún no ha logrado mejorar sus principales indicadores
de productividad, conduce a la necesidad de ingresar paulatinamente a una fase de mayor retención.
Paralelamente, el contexto macroeconómico en Argentina también se posiciona como un factor clave al
momento de definir este proceso de “retención” al que convergen ya los principales indicadores.
Pese a la competitividad que le confiere la moneda, hoy el novillo argentino dejó de ser el más barato
para posicionarse, como un bien escaso, en torno a los USD 3,78, por encima de Brasil (USD 3,46) e incluso
de Uruguay (USD 3,53), que exhibió su pico de mayor escasez durante los últimos dos años y hoy parece
comenzar a estabilizarse.
Salvo Uruguay, que logró acoplarse recién a partir de inicios de este año, el resto de las plazas presentan
subas en las cotizaciones del novillo desde hace más de 10 meses.
Ahora bien, por el lado de la demanda, tenemos a China que, pese a la recuperación anunciada en su
stock porcino y la aparente estabilización de su balance interno, mantiene una tendencia de compras creciente
en los tres tipos de carne. En el caso de la carne vacuna, durante los primeros dos meses del año importó 1,6
millones de toneladas, un 28% más respecto de lo importado un año atrás. En efecto, en las últimas
semanas ha estado mejorando los precios pagados por la carne vacuna importada, señal que varios
operadores comienzan a mirar con cautela.
Mientras tanto, el resto del mundo sigue avanzando en la vacunación y con ella se reavivan las expectativas
de recuperación del consumo. Tanto en Estados Unidos como en Europa, los gobiernos están decididos a
apalancar el crecimiento de sus economías con fuertes políticas de incentivos.
A medida que nos acerquemos al verano del hemisferio norte, la ansiada reactivación comenzará a materializarse y es entonces cuando podría enfrentarse a una oferta con limitada capacidad de respuesta
inmediata ante la falta de stock.
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