Maradona, el tango, la carne y el futuro de la bioeconomía argentina

Por Fernando Vilella para Mitre y el Campo (*)

ENTREVISTAS 30/11/2020 REDACCIÓN REDACCIÓN

En 2005 hice mi primer viaje a China con el objetivo de generar convenios con universidades y la Academia Nacional de Agronomía china. Un objetivo importante era reforzar los cursos del centro de idiomas vinculado a la facultad tanto de idioma chino en Argentina y como de español en China. Por iniciativa de los hermanos Villarroel uno de los regalos destacados que llevábamos eran camisetas de la selección argentina de fútbol, obviamente con el número 10 y el nombre de Maradona.

La reacción de quienes las recibieron fue impactante, no solo del presidente del club de admiradores chinos de nuestra selección en Beijing, que lloraba mientras se la colocaba. Sin dudas la identificación de Argentina en el mundo desde los años 80 tenía una marca poderosa, Diego Armando Maradona, a quien en 2004 una encuesta del International Management Group declaró “la persona más conocida del mundo”.

En esa época con equipos chinos muy poco competitivos en China había grandes hinchadas de Argentina y Brasil frente a los mundiales.  Más allá de los propios limites del personaje nunca se aprovechó esa imagen para los productos de exportación.

El ciclo ascendente de Argentina de finales del siglo XIX y primeras décadas del XX, el granero del mundo se posicionaba en la mente de los consumidores europeos, los más sofisticados y pudientes de la época, en base a  un mix que incluía productos de calidad, industrias culturales como el tango, la literatura de Borges, la calidad de la carne y las pampas como destino para quienes quisieran hacerse la América.

Ese blend, basado en la calidad, sustentó la presencia en los mercados. Eran tiempos donde Argentina llegó en 1930 a participar del 2 % del comercio global y no el actual insuficiente y paupérrimo O,34%. Era el 0,5 % de la población mundial hoy el 0,6%. Volver a esos valores significa multiplicar por 7  los 65 mil millones de 2019, solo un 14,46 % del PBI nacional puesto 130 entre 191 países, llevando a la participación de 1930 serían de 455 mil millones de dólares,  que país diferente sería. Pero más probable es llegar a las exportaciones per cápita de Chile, hoy dos veces y media las nuestras, llegando a 162 mil millones.

Para sostener la calidad de vida que aspiran los argentinos hay que reinsertase en el mundo, aunque con el actual perfil de exportaciones es imposible lograrlo en forma sustentable. Cada unidad exportada necesariamente deberá tener más valor y  agregar agresivamente muchos rubros. Actualmente hay pocos sectores competitivos que pueden hacerlo con cierta rapidez. Industrias del conocimiento, culturales, algunos sectores industriales y la fuerte presencia de la bioeconomía son parte de ese mix. Para lograrlo debe haber fuertes inversiones que generen centenares de miles de  puestos de trabajos masivos al estilo siglo XX combinados con los vinculados a las fronteras del conocimiento aplicado.

Esto solo es posible con inversiones  tanto en activos de última generación como en educación, ciencia, tecnología, logística y conectividad, todos acoplados con una dirigencia política, empresaria y académica a la altura de estas circunstancias ya que generar marcas y estrategias comerciales a gran escala requiere un nivel institucional y organizacional diferente al actual.  Desde la bioeconomía, lo que llamamos la Vaca VIva debe dotarse de instrumentos normativos que desregulen, fomenten y faciliten el proceso.

Insertarse en el mundo requiere la construcción de un relato creíble que genere empatía y facilite a los productos y servicios su ingreso en circuitos muy competitivos. Hay que destacar y deben estar presentes nuestra naturaleza, los sistemas productivos sustentables, la cultura y la gente. Una ventaja es que hay otros talentos reconocidos que identifican al país y que pueden ser parte del proceso, buscando  identificar a ellos con las exportaciones.

Finalmente, Diego mientras estuvo en la cancha nos alegró la vida haciendo  lo imposible con una pelota, era su esencia y su magia, ojalá donde esté haya potreros y quienes gocen sus goles, así estará  en paz, disfrutando nuevamente.

 


Vilella es Ingeniero Agrónomo, Profesor Titular Cátedra de Agronegocios y Director ​del Programa​ de Bioeconomía de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires 

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