En la Pampa Gringa, vino de la Costa…senderos que dejaron huella. De nuevo, vinos en Santa Fe.

¿Qué huellas dejó en nuestra Santa Fe aquel “Vino de la Costa” tan reconocido en su tiempo? Dos experiencias: Arteaga y Carreras

ENTREVISTAS 07/07/2020 REDACCIÓN REDACCIÓN
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ARTEAGA

 ¿Qué huellas dejó en nuestra Santa Fe aquel “Vino de la Costa” tan reconocido en su tiempo?
Producido con la uva "Isabella", su popularidad se hizo sentir tanto en Buenos Aires como en Santa Fe. Hoy, caracterizado como “vino de origen”, lo comercializa directamente el productor.
Emprendedores, profesionales hoy toman esa experiencia de la “Pampa Gringa” en nuestra provincia, la reflotan con tecnología, ciencia, pasión y artesanía… Específicamente en el sur se conocen dos lugares Arteaga y Carreras, donde se están realizando experiencias vitivinícolas. Con diferentes cepas…. De Carreras y Arteaga, nos estaremos ocupando más abajo...
Pero vayamos a los comienzos de este sendero de este “Vino de la Costa” propio de la costa del Rio de La Plata, entre el Tigre y Magdalena, en el noreste de la provincia de Buenos. Aires, llegando al Partido de San Nicolás. Por extensión, también se denomina de esta manera al que se producía, y hoy retoma senda, en pequeñas cantidades en la zona sur de la provincia de Santa Fe y en las costas del Rio Paraná.  Su graduación alcohólica es menor que la de otros vinos (entre 9º y 10º). Es natural y artesanal, sin conservantes ni aditivos. Se hace en las quintas de los productores de acuerdo a la tradición, hoy con el aporte técnico de enólogos y profesionales. Excelente compañero de asados, empanadas, picadas y fiambres caseros.
 
Vamos más atrás. 
Durante el período de la inmigración masiva –desde mediados S XIX, comienzo S XX-, del que la costa del Río de la Plata fue protagonista, en tierras bajas de islas y monte costero muchas familias españolas e italianas cultivaban sus quintas con verduras, hortalizas, frutales y vides.
La Vid Americana (Vitis labrusca) bajo el sistema de parral, rápidamente se adaptó a las condiciones locales, dando como resultado un vino diferente: aroma frutado y sabor característico. Se cultivaron principalmente vinos de uva americana o isabella, aunque también de ciruela, blancos y rosados. Hasta mediados del siglo XIX, por ejemplo, varias quintas cuyos territorios actualmente son parte del centro de la ciudad de Buenos Aires, eran productoras de vino, como San Benito de Palermo. Si, hoy Barrio Palermo…
Aquel vino comenzó a consumirse y venderse localmente en restaurantes, fondas y comercios de barrio. Por supuesto, la Costa Santafesina, aportó cantidad y calidad a esa preciada época del vino directo… “de origen”
Entre los años ´40 y ´60 del siglo pasado, hizo furor: se llegaron a vender más de un millón de litros anuales. Se producían en más de 300 hectáreas de vides y en 22 bodegas. Al menos era el número de las que estaban habilitadas. Su elaboración fue desde el inicio un proceso casero, sin productos químicos, buscando seducir los paladares de los trabajadores de los frigoríficos, para acompañar sus horas de descanso.
Pero la “época dorada” duró poco. La progresiva preponderancia de los vinos cuyanos, las crecidas extraordinarias del río de la Plata, la migración de los jóvenes hijos de los quinteros, hicieron que todo aquel esfuerzo casi desapareciera. Sobrevivió apenas para el consumo familiar y para la venta al menudeo.
 
Resurgimiento
Tras largos años fuera del circuito comercial, durante las últimas ediciones de la Fiesta Provincial del Inmigrante, en Berisso, entre los puestos de la feria, acompañando a las comidas típicas de las colectividades, volvieron a servirse los Vinos de la Costa.
Sin perder el concepto artesanal de la tradición productiva, los viñateros de las localidades costeras con el apoyo técnico de la UNL, han comenzado a producir nuevamente este vino.
En Santa Fe, en Carreras y en Arteaga, dos historias de vida gringa, retoman la senda.
 

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Carreras y Viñedo El Ñato

Carreras y Viñedo El Ñato
 “Las condiciones permiten hacer vino en Santa Fe y son pocos los lugares donde no se puede. La característica de los suelos, sol y temperatura configuran una vinificación que no es ni mejor ni peor, sino distinta” afirma el ingeniero agrónomo Gustavo Recupero que, junto a su hermano y un amigo lleva adelante una experiencia vitivinícola en la localidad de Carreras, su pueblo natal.
En una entrevista que publica la revista “Agrovisión Profesional” –del Colegio de Ingenieros Agrónomos de la Provincia de Santa Fe-, Recupero da cuenta de los comienzos, del presente y del futuro de una experiencia exquisita: rica en aprendizaje, curiosidad, trabajo, pasión, ciencia y reconocimiento.
“El viñedo empezó como un hobby. Con la tendencia de salir de la masificación en la industria del vino hay una nueva movida de tomar el vino de la vid de donde proviene, lo que se llama un vino de origen. Así empezamos” cuenta uno de los fundadores de “Viñas El Ñato”
En un territorio dominado por la soja, el trigo y el maíz, la idea de hacer vino artesanal y ecológico es todo unaprendizaje. Elviñedo cuenta “con 800 plantas y un potencial de producción -a partir de los 5 años- de 1.300 litros.”.
Gustavo transita este camino junto a su hermano que es también ingeniero agrónomo y es quien conoce a cada una de las plantas; y junto un amigo, Ariel Angelini, licenciado en enología, que trabaja en Mendoza, en varias bodegas y fue quien insistió en comenzar en “un pequeño lotecito que tenemos”
El viñedo demanda “mucho esfuerzo, todo es a pulmón” reconoce Gustavo en la entrevista pero, a la vez agrega “Hay que decir que se ha convertido para nosotros en algo realmente apasionante que empezó como algo novedoso y se fue convirtiendo en nuestra pasión. Es apasionante hacer vino”. Desde lo económico y la rentabilidad “estamos viendo porque recién empezamos a producir este año, el vino está en proceso y hasta acá no se diferencia mucho de otros, está interesante”. Gustavo no tiene dudas que esta producción “puede ser una nueva oportunidad profesional y una alternativa perfecta para los periurbanos” donde existe la tensión entre lo urbano y lo rural.
En “EL Ñato” comenzaron a trabajar con cuatro variedades distintas a las implantadas en aquellas épocas: chardonnay, cabernet sauvignon, cabernet franc y angelota. Primero empezaron a hacer vino con uvas ajenas para ir sumando práctica hasta tener las nuestras propias, ya que este fue el primer año que obtuvieron cosecha propia
“Nuestra idea es que el emprendimiento sea lo más ecológico posible. No aplicamos herbicidas ni insecticidas, solo ocasionalmente si vemos algún ataque cerca de la ruta y en ese caso le hacemos control al hormiguero. Todo es manejo, y a esta escala el herbicida se puede evitar porque hacemos control manual. Pensamos que, en algún momento, tal vez precisemos usar algún fungicida, pero es algo sobre lo cual también estamos aprendiendo”.
 

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Arteaga: “Siempre hay uno que está más loco que uno mismo”
Luciano Palasesi. Santafesino. De Arteaga. Cinco años atrás, junto a su cuñado Gonzalo Vidoret, deciden emprender un negocio respetando la tradición familiar y los estándares de calidad e higiene. Ambos hijos de pequeños agricultores, Así, en homenaje a la abuela nace Chacinados Doña Elba: “todo empezó como un microemprendimiento en un garage. Y así, pasito a pasito, pudimos avanzar y tener nuestra propia fábrica de chacinados” cuenta Luciano. Pensando en darle un valor agregado a la planta, desde hace un año instalaron un Parador Gastronómico. “Allí, en medio del campo, ofrecimos choripanes gourmet, picadas, chacinados, pan casero… los sábados iban 250 personas”.
Luciano cuenta que recorrió varias ferias con “Doña Elba”, donde tuvo la oportunidad de conocer emprendedores con proyectos de vino. “Ellos vinieron a la chacra, conocen la movida que veníamos haciendo y nos dicen: ´Lucho, Gonzalo, esto lo tienen que coronar con un buen viñedo´”, El visitante se llamaba Matías Pietro, enólogo e ingeniero agrónomo que administra varios proyectos en distintos puntos del país. “…Matías me dice ¨en quince días estamos plantando. Siempre hay uno que está más loco que uno mismo” ríe Luciano Palasesi. Pietro realiza una pequeña investigación del lugar y nos dice: “es muy probable que salgan buenas cosas de acá”. Todo por canje de salames, comenzó el viñedo. “A mediados de octubre plantamos una hectárea: 50% cabernet sauvignon y 50% Malbec. Hoy estamos muy contentos: las plantas vienen con gran vigor. Los que saben nos dicen que para 20/21, para la vendimia, vamos a poder tener algo”
    
FINAL
Los caminos del vino que comenzaron a transitar aquellos gringos inmigrantes en aquellas quintas del S XIX, tienen hoy sus protagonistas santafesinos que vuelven a transitarlos. Quizá con nuevas técnicas, nuevas cepas, nuevos conocimientos... Pero seguro también con la misma pasión, el mismo compromiso y el mismo espíritu de aquellos “gringos” que escribieron las páginas más ricas de nuestra historia. La historia del vino por estos lares aún sigue escribiéndose. Y seguirá, seguramente, por mucho tiempo más.
 


Fuente: Santa Fe en Producción / “Agrovisión Profesional”

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